Roberto Carlos dio uno de sus recitales más hermosos. No nos referimos al cantante brasilero, sino al futbolista, a nuestro artista, al pequeño gigante del Rímac. Hoy en el Estadio Nacional, el fútbol de Roberto Carlos Palacios Mestas tocó con ternura todas las teclas de su talento, las últimas notas de su carrera como jugador profesional.
No fue un concierto solista el del ‘Chorri’. Estuvo acompañado de una sinfónica de estrellas que iluminó la noche limeña. El ‘Maestro’ Cueto, el ‘Pibe’ Valderrama, ‘Bam Bam’ Zamorano, Ronald de Boer.
Lo más hermoso de todo es que no hubo partitura. Cada genio fue libre para improvisar con su arte, para sacar la mejor música que podía de sus pies y de sus cabezas, como lo hizo Roberto Palacios para su primer gol.
Pero ninguno le regaló mayor sonrisa que su hijo Brando, de 15 años, entrando a la cancha para jugar al lado de quién tanto le enseñó sobre la vida y sobre el fútbol. Todo padre merece darle un pase a su hijo en un partido así, como quien sede la posta.
La historia de Brando en el fútbol comenzó hoy y Roberto terminó hoy, pero mientras la gente siga recordando lo que el ‘Chorri’ hizo por nosotros, la música de su fútbol no se extinguirá jamás.
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