Paolo Guerrero devolvió ayer un poco de aquello que hoy le sobra en la vida: cariño. Llegó a Lima desde Argentina y se olvidó de sus vacaciones para hacer obra social. Ayer estuvo en el colegio Fe y Alegría, de Pamplona, y luego en el puericultorio ‘Pérez Araníbar’. Para los niños, verlo en vivo fue mejor que celebrar sus goles por la tele.
Al final, Paolo llegó al hotel Country Club, de San Isidro, donde una conferencia impostergable lo requería para felicitarlo por sus goles. Y eso obligó al delantero a su único contacto con la prensa en todo el día.
“No me importa meter goles con Perú. Si todos los hace Raúl Fernández y el equipo gana, yo soy feliz. Me mato para que todos ganemos y creo que lo logramos en la Copa América”, aseguró el delantero, que por estas horas vive su mejor momento en la selección desde que debutó con la mayor, hace casi ocho años.
“Lo que viví en el recibimiento en Lima fue algo alucinante, increíble, algo que nunca voy a olvidar. Lo que hicimos en Argentina unió al país de una manera que no imaginé que fuera posible. No queremos que se rompa eso. Ahora vamos a matarnos en las Eliminatorias por llegar al Mundial. Esa es la meta”, dijo el ‘9’. Con once ‘Guerreros’, fijo que la haríamos
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