Benditos sean los títulos con que soñamos,
benditos nuestros ídolos, que han sido designados.
Benditos los caudillos que glorificamos,
el peso de la historia, el respeto ganado.
Malditos sean los recuerdos dolorosos,
maldita la impotencia, las muertes que sufrimos,
el volvernos a casa cada uno por su lado,
las finales sin jugar y quedar en el camino.
Bendita la anestesia general a los dolores,
la tristeza que curamos con abrazos,
las gargantas que se rompen por los goles,
el sentirnos los mejores a cada rato.
Malditos los pavos y gay-inas sin suerte,
y los imbéciles sin razón hasta la muerte.
Malditos los mezquinos que juegan sin poesía,
los que pegan, los que envidian, los que rompen y lastiman.
Bendito sea el orgullo con el que entramos a la cancha.
¡El Matute, la blanquiazul y la pelota no se manchan!
La TV que repite las diabluras,
inflar las redes del rival y los pechos de los nuestros.
¡Poner siempre la pierna dura!
Los creyentes, los cronistas, los sponsors, los amigos,
el himno y las mujeres siguiendo nuestros partidos.
Benditas sean las cábalas que nos dan resultado,
las risas y el llanto que guardaremos tanto.
Y bendito ese momento que nos regala el fútbol
de poder cambiar nuestro destino
y sentir otra vez y frente al mundo,
¡¡¡LO GLORIOSO DE SER DE ALIANZA, DE SER ÍNTIMO!!!
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